Las empresas se unen para sumar esfuerzos con el fin de electrificar procesos industriales de alta temperatura a partir de fuentes renovables, reduciendo las emisiones de CO₂ en uno de los frentes más desafiantes. Es una alianza innovadora que marca un paso decisivo en el camino hacia un futuro más limpio para las industrias del acero y los metales.
Los procesos industriales de alta temperatura continúan siendo uno de los desafíos más complejos en la carrera hacia la descarbonización. Las industrias del acero y los metales, ambas responsables de una parte significativa de las emisiones globales, han dependido históricamente de combustibles fósiles para generar el calor extremo que requieren sus procesos de producción, con el efecto colateral de liberar grandes volúmenes de CO₂. Ahora, sin embargo, una nueva y prometedora alianza entre Tenova y la firma tecnológica finlandesa Coolbrook busca transformar este panorama, al reemplazar el gas natural por electricidad para alimentar los hornos.
En el corazón de esta transformación se encuentra el RotoDynamic Heater™ (RDH™) de Coolbrook, una tecnología revolucionaria basada en turbinas capaz de alcanzar temperaturas extremas de hasta 1.700 °C utilizando exclusivamente electricidad limpia. Alimentado con energía renovable, el RDH™ abre la puerta a la eliminación total de emisiones de CO₂ en algunas de las aplicaciones industriales más intensivas en energía. Se trata de un avance clave para una industria que, durante años, ha estado bajo la lupa por su pesada huella ambiental.
"Nuestra alianza con Tenova representa un paso decisivo para impulsar la electrificación industrial y acelerar la transición a la energía limpia", afirma Joona Rauramo, CEO de Coolbrook. “Al integrar nuestra tecnología RDH con las soluciones innovadoras de Tenova, podemos desarrollar propuestas conjuntas capaces de descarbonizar procesos industriales sumamente complejos que, hasta ahora, se consideraban fuera del alcance de la electrificación”.
Para dimensionar el potencial de esta oportunidad, basta con observar el impacto de los procesos tradicionales de decapado en la producción de acero, que generan miles de toneladas de ácido residual cada año. Al tratar este residuo con sistemas convencionales alimentados a gas natural, una Planta de Regeneración Ácida típica puede emitir en promedio unas 10.560 toneladas de CO₂ al año, el equivalente a recorrer 88 millones de kilómetros en automóvil. En otras palabras, representa el mismo volumen de emisiones que retirar de circulación casi 6.000 vehículos a gasolina cada año.
El RDH™ de Coolbrook puede alcanzar los mismos niveles térmicos sin consumir un solo metro cúbico de gas. Y en actividades mineras como la producción de óxido de magnesio, el impacto podría ser aún mayor: una única planta a gran escala podría reducir las emisiones en 31.700 toneladas anuales, lo que equivale a sustituir 17.600 vehículos con motor de combustión por vehículos eléctricos.
Pero el argumento va más allá de las emisiones. Desde una perspectiva económica, la calefacción eléctrica se perfila como una alternativa más competitiva frente a otras soluciones de bajas emisiones como el hidrógeno verde o la captura de carbono, ambas todavía complejas y con altos costos. La métrica clave en este contexto es el costo nivelado del calor (LCOH por sus siglas en inglés), que considera factores tales como inversión inicial, operación, eficiencia energética y rendimiento a lo largo del tiempo. De acuerdo con un análisis interno de Tenova, la electrificación se impone con claridad sobre las demás opciones en términos de LCOH, consolidándose como una solución tanto sostenible como financieramente sólida.
Entonces, ¿cómo funciona? El sistema RDH™ sustituye los quemadores tradicionales a combustibles fósiles por una turbina de alta eficiencia que comprime aire para generar calor extremo. Este aire una vez calentado, se dirige directamente a la cámara de proceso, eliminando por completo la necesidad de combustión. En las plantas de regeneración ácida de Tenova, el reactor central, que es un enorme cilindro vertical de hasta 30 metros de altura, opera actualmente con hasta nueve quemadores de gas natural. El objetivo es reemplazarlos por una única unidad RDH™, gestionado con un control preciso.
"Para nosotros, la pregunta era: ¿cómo eliminamos la necesidad de gas natural?", recuerda Gregor Kappacher, Project Director en Tenova en Austria. “Analizamos el hidrógeno, pero salvo que sea verde, sigue produciendo CO₂. Y además, es costoso. La electrificación se presentó como la opción más lógica. Sólo necesitábamos una forma de alcanzar las altas temperaturas que requerimos (más de 1200 grados) y ahí es cuando apareció Coolbrook".
Kappacher destaca que el encuentro con Coolbrook fue un punto de inflexión. "Llevamos el último año y medio trabajando en la integración técnica. El hecho de que pudieran cumplir con nuestras exigencias térmicas mediante un sistema 100% eléctrico fue una gran ventaja. Una vez que confirmamos la viabilidad, supimos que podíamos que avanzar”.
Lo que distingue a esta colaboración no es solo la tecnología en sí, sino la forma en que ambas empresas la han encarado: como una auténtica alianza. "Hay otros actores en el mercado, pero necesitábamos un equipo que pudiera responder rápidamente y pensar creativamente", dice Kappacher. “Desde el primer día, Coolbrook demostró que tenía la flexibilidad y la experiencia que buscábamos”.
El enfoque inicial está puesto en las plantas de regeneración ácida, pero la visión a largo plazo va mucho más allá. "No se trata sólo de una línea de productos", afirma Antonio Catalano, Executive Vice President de la Unidad de Negocios Downstream de Tenova. "Al sustituir los combustibles fósiles por electricidad renovable, no solo reducimos las emisiones, también mejoramos la eficiencia del proceso y bajamos los costos. Es una solución más limpia, más rápida y más eficaz. Esta colaboración encarna de forma ejemplar cómo la innovación puede ser motor simultáneo de sostenibilidad y alto desempeño operativo”.
Las empresas ya se están preparando para la primera instalación piloto. "Ya iniciamos conversaciones con uno de nuestros principales clientes para implementar el RDH™ en su planta", revela Kappacher. "La recepción ha sido muy positiva. Una vez que validemos el concepto en condiciones reales, escalarlo a otras aplicaciones será mucho más sencillo".
Para Tenova, esto es apenas el comienzo. "Estamos arrancando con uno de los procesos de alta temperatura más complejos que existen", señala Kappacher. "Si Coolbrook puede afrontar ese desafío, entonces aplicar la misma tecnología a operaciones de menor temperatura será incluso más fácil. Esto podría, eventualmente, redefinir por completo cómo entendemos la calefacción industrial dentro de la empresa”.
Coolbrook comparte esta visión optimista. “Esta alianza es mucho más que la unión de dos compañías”, afirma con entusiasmo Rauramo. “Estamos construyendo un ecosistema colaborativo en torno al RDH™ para garantizar su adopción industrial a gran escala en el corto plazo. Nuestro objetivo es que se convierta en el nuevo estándar del sector para el año 2030”.
Para Tenova, esta no es una iniciativa aislada. La compañía ha hecho de la sostenibilidad y la innovación una prioridad desde hace años, invirtiendo de forma constante en tecnologías que apoyen la transición energética. Con hornos adaptados para funcionar con hidrógeno, sistemas de recuperación de calor residual y los últimos desarrollos en calefacción de procesos electrificados, Tenova se posiciona como un actor clave en la revolución industrial verde.
"Este proyecto demuestra que incluso un equipo relativamente pequeño, como el nuestro en Viena, puede ser el motor de una innovación significativa", destaca Kappacher. "Se trata de atreverse a dar el primer paso y mostrarle al resto de la industria lo que es posible".
En un contexto donde el sector continúa buscando las mejores rutas hacia las emisiones netas cero, alianzas como la entre Tenova y Coolbrook representan un camino concreto, replicable y con verdadero potencial transformador. "Si cada empresa adopta un enfoque similar y aporta su granito de arena, por modesto que sea, el impacto colectivo puede marcar una diferencia decisiva en nuestro futuro", concluye Kappacher.